El pasado
día 3 de septiembre nos dejó para siempre Don Juan Tomás Artigas Rosich, uno de
los principales representantes del mundo del motociclismo de los años 70 y 80,
tanto a nivel regional como nacional; perteneciente a unos tiempos y manera de
entender la mecánica que marcó una época. Sin excepción, la gran familia del
motor canario sintió ese día la perdida de un técnico único y adelantado a su
tiempo.
Nacido en
Ballestar, Castellón, pronto dejaría sus estudios para, ya en Barcelona, a
donde emigró junto con su familia, entrar a trabajar como aprendiz en una
fabrica de bicicletas, propiedad de Don Eusebio Andreu Virgili, un importante
empresario catalán de la época. En la fabrica, en la que por entonces empezaban
a adaptarse motorizaciones a los ciclos, pronto supieron apreciar la inventiva y capacidad de trabajo del joven
Juan, quien en poco tiempo pasaría a hacerse cargo de buena parte de la
producción de aquella pequeña empresa, incorporando nuevas soluciones técnicas
a los modelos ya existentes.
Sin
embargo, no sería sino hasta la década de los 50 cuando a Juan Artigas se le
presentaría su gran oportunidad. Empleado de confianza de Don Eusebio Andreu,
Artigas estaría entre los elegidos para marchar a Italia a formarse en pro de
la nueva aventura empresarial de la pequeña fabrica catalana, que con el tiempo
acabaría por convertirse en Ducati Mototrans España. Dada la importancia del
proyecto empresarial español, Juan se formaría en Italia, Bolonia, con los principales
ingenieros de la marca, con los que desde entonces mantuvo una relación fluida
y recíproca, con constantes intercambios de información y asesoramiento técnico
(Su nombre figura en el Museo de la Motocicleta de Barcelona como uno de los
integrantes del equipo que trajo Ducati a España).
Su
aventura en las islas vendría de parte del requerimiento de un importante
empresario canario a Ducati Mototrans, quien precisaba de un buen especialista
con el que poder atender el servicio y mantenimiento de las motocicletas de la
marca que por entonces comenzaban venderse muy bien en Islas Canarias. Con la
aceptación y visto bueno de la fabrica española, que veía en las islas un
importante mercado en el que expandirse y colocar sus productos, Don Juan
Artigas llegaría a Gran Canaria en el año 1961. A los pocos meses, ya
con la intención de fijar aquí su residencia, le acompañarían su esposa y el
mayor de sus hijos, también Juan, que por entonces contaba con tan solo 3 años.
Con el paso de los años, y no resultando la iniciativa del empresario canario,
sería el propio Juan, quien con el respaldo de Ducati Mototrans y Ducati
Italia, fundara Motos Artigas.
Motos
Artigas, durante toda su existencia, demostró siempre una constante inquietud
por el fomento del motociclismo de competición, con un equipo, que sin
excepción, presentó sus máquinas y pilotos a cuantas pruebas se organizaron a
nivel regional, con importantes participaciones incluso a nivel nacional, en
las motociclismo series, y pruebas de velocidad y resistencia en Muntjuich,
Albacete, Calafat, Jarama, etc. Con sus principales pilotos, primero Juani
Herrera y Enrique Rapisarda, mas tarde Marcos Artigas, segundo hijo del propio
Juan, Motos Artigas cosechó siempre muy buenos resultados, con un importante
número de títulos; ejemplo, sin lugar a dudas, único en nuestras islas.
Conocido
como el gran hombre de Ducati, y es que por entonces fue uno de los mejores
técnicos de la marca, el altísimo grado de conocimiento y control que llegó a
tener sobre estas mecánicas, le hicieron merecedor de un importante grado de
reconocimiento y respeto dentro del mundo del motor de la época, especialmente
en el terreno de la competición donde sus máquinas estaban siempre entre las
favoritas por su perfecta puesta a punto y absoluta fiabilidad mecánica.
Con la
mirada clavada en lo que estaba haciendo, ausente y con el siempre presente
cigarrillo de tabaco negro, lo pude ver en mas de una ocasión disfrutando de lo
que mejor sabía hacer: trabajar sobre sus motos de carreras, únicas y perfectas;
mirando antes de pensar, pensando antes de tocar, con mano decidida y directa,
sin fallos ni titubeos. Y es que Juan Artigas era algo mas que un mecánico de
motos, Artigas era un técnico adelantado a su tiempo, conocedor de la mecánica
desde una perspectiva impropia de aquellos años. Todo tenía un porqué y una
concreta forma de ser. La meta no era otra que la de conseguir que las cosas
funcionaran como debían hacerlo: la sencillez; que no era poco. Aunque no era
amigo de los inventos, la mejora vendría, en todo caso, del mejor entendimiento
de lo que está pasando.
Para
finalizar, decir, que es cierto que Don Juan Artigas no fue nunca un gran
comunicador, y menos lo fue con cualquiera. Con aquel tono de voz curtido por el
tabaco, y el acentazo que siempre mantuvo, el hombre, la verdad, impresionaba
un poco. Aún así, por su taller de la calle Hernán Pérez pasaron, buena parte
de los mecánicos y pilotos de la época, buscando consejo de manos del que era
reconocido como el mejor. Y hasta donde yo se, a buena parte de ellos les echó
un buen capote.
Con
Artigas, se cerró una época, una manera de entender la mecánica. No me atrevo a
decir si mejor o peor que la actual. De seguro, diferente.
Texto: Fili. Homenaje a Don Juan Artigas en el Viejas Glorias Canarias 2013
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