La moto ha dejado de ser un elemento trasgresor y temido, coto cerrado y exclusivo de los motoristas, para convertirse en algo universal, que nunca mas volverá a ser patrimonio de un concreto colectivo o manera de pensar. La moto es, hoy en día, un electrodoméstico mas (con perdón); un instrumento dirigido a cubrir buena parte de las necesidades de ocio de su satisfecho propietario, inclusive en familia. La moto es hoy una vía de escape, un reconstituyente, la mejor medicina contra el stress y la rutina propias de los tiempos que nos ha tocado vivir; objeto de prescripción incluso por consejeros matrimoniales, y es que "una Harley, vivida en pareja y con unos buenos cueros hace milagros".
El motorista de antaño ha dejado paso al motero actual, de todas las edades, sexos y tamaños, pertrechado como nunca para la ocasión. Su moto, la del motero de hoy, no es ya una mecánica al servicio de la competición constante y la vida llevada al límite, a costa de la integridad física de uno y otra; es mucho mas, es el centro de toda una vida, de una manera de disfrutar y relacionarse, de andar en grupo, y como dije, hasta en familia.
Y de ahí la cuestión, ¿motero o motorista?. Yo, motorista, porque me tocó vivir aquellos años. Moteros, muchos, muchísimos; y de eso nos debemos de alegrar, y mucho, todos, especialmente los motoristas, por la moto y lo que ella representa.
Así, desde estas líneas dejo la cuestión abierta a la discusión, haciendo público mi voto por la unidad. Una unidad en la que uno y otro concepto, motero y motorista, no pasen de ahí, de la etimología propia de uno y otro tiempo.
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