Pero como las reglas están ahí para romperlas, que servidor, profesional en esto de liarla, le echó el ojo a un buen ejemplar, y con el tiempo, porque no fue cosa de llegar y besar el santo, que la fui apreciando mas, y como se merece, hasta acabar soñando con ella, y como no, teniéndola en casa.
La cosa empezó allá por el año 2002, en el encuentro de motos clásicas del Viejas Glorias de Ingenio, donde, como ya comenté en el artículo de la "CB900F, La Moto a Prueba del Santo Job", decidí volver al mundo de las dos ruedas, pero esta vez para vivirlas de una manera mas sensata; con una clásica. Allí me la encontré, y he de decir que fue posiblemente la primera moto que consideré. De pura casualidad, que la que hoy es mi esposa, y sin yo saberlo, sacó una foto del momento, que se puede decir, incluye subtítulos:
La moto estaba entonces en venta, pero ya reservada, y en firme, para un señor de la península, con lo que los subtítulos de la foto duraron bien poco.
Sin embargo, pasaron los años y por esas cosas de la vida que entablé una muy, muy buena amistad con el dueño de aquella Suzuki Katana, que al final no se fue para "la peni", y en mayo de 2010 nos la traeríamos para casa, para hacerle un completo ...
En la foto, con mi fiel amigo Abraham, un tío grande con el que cualquier reto parece mas asequible. Su participación en este proyecto, como en casi todos los demás, ha resultado decisiva.
Continuará ...
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