La cosa empezó allá por el año 2002, en plena afección vírica por volver al mundo de las dos ruedas, que voluntariamente había abandonado, una vez mas, a finales del año 2000, tras poner en venta la que sería la motocicleta mas brutal que había tenido nunca (una Kawasaki ZX9R de ciento y no se cuantos caballos; muchos, muchos caballos). Fue entonces, cuando hice mi primera visita y conocí desde dentro el Viejas Glorias, que ese año se celebraba en Ingenio. He de decir que no me costó demasiado sentirme como en casa ya que buena parte de las motos que allí se exponían pertenecían a mi tiempo, a aquellos años en que vivía por y para ellas; literalmente, sobre dos ruedas. La decisión fue fácil de tomar: reencontrarme con el mundo de la moto, pero esta vez, de otra manera (con la experiencia ZX9R había llegado a plantearme la conveniencia de mantener mi integridad física intacta). Tocaba dar marcha atrás y volver a aquellos años, a los míos; a disfrutar de todo lo que allí se quedó, y sobre todo, hacerlo de otra manera.
De repente, en aquella Plaza de Ingenio, y como por arte de magia, me sorprendí a mi mismo soñando, entre toda aquella gente; y poco me costó recordar mi primer flechazo. Así, y pese a que en aquellos años (mis 16-17) los ojos se me iban detrás de prácticamente cualquier moto de gran cilindrada (además de otras cosas fáciles de imaginar), he de decir que la llegada de la CB900F de motor negro, allá por el año 82-83, con aquellos, aún impresionantes, blanco perla y rojo metalizado, marcó para mi un antes y un después. La CB900F era ya por entonces bien conocida, y de hecho contaba con una reputación envidiable. El modelo se había vendido muy bien en Canarias y eran fáciles de ver y oír con aquellos desnaturalizados cuatro en uno volando por las calles de nuestra ciudad. La nueva versión, de motor negro, no venía sino a mejorar, en cuanto a presencia y calidad, aquella ya de por si impresionante motocicleta. El toque de modernidad que irradiaban sus nuevos colores, y el hecho de desterrar de su presencia los hasta entonces omnipresentes cromados, que serían a partir de entonces sustituidos por acabados en cromo negro, hicieron de la nueva 900 algo muy especial y sobre todo nuevo, lleno de modernidad.
586.000 pesetas de la época costaba aquel sueño, y recuerdo haber pasado horas y horas ante ella, tanto en el escaparate de Alcorde (por entonces concesionario de Honda en Canarias) como en la cuarta planta del Corte Inglés, donde tenían un ejemplar expuesto; y así estuve, hasta que terminaron por venderse todas.
Con el paso de los años, me hice un hombre de Ducati, y como tal, viví orgulloso los placeres de mi ágil y gritona Ducati Pantah, y... como por entonces, comprarte una Ducati suponía "elegir" (para muchos el lado oscuro), que el recuerdo de aquella CB900F quedó allí, en aquellos años.
La decisión estaba tomada. Aquel domingo de noviembre de 2002 decidí comenzar la búsqueda de la moto que supondría mi reconciliación con el mundo de las dos ruedas, mi vuelta al asfalto. En Junio del año 2003, tras haber valorado entre unos cuatro o cinco ejemplares que estaban en venta, que me decidí por uno de ellos. La elegida sería peninsular, de Murcia, nada menos, y lo que me depararía esta nueva adquisición, he de decir, superó con creces el mayor de mis temores. En resumen,... daba comienzo la historia del santo Job.
Con la frialdad y objetividad que dan los años, he de decir, que la CB900F del año 83 no fue precisamente la mejor de la saga (que si la mas bonita; como ya dije). El modelo en si, ya arrastrabra, de origen, problemas dignos de mención. El primero, de ellos el sistema de sujeción del motor al chasis, que era "flotante". Y es que no hay que ser un experto en la materia para saber que si las motos japonesas de este tiempo eran ya famosas por su falta de rigidez y estabilidad debido a sus fluctuaciones y flexiones, un motor de 90 caballos, flotante, no vendría sino a empeorar el problema. Y así ocurre, lo juro. Si a esto le sumamos el hecho de que Honda en su afán por innovar y demostrar al mundo lo grandes que son, optó por una suspensión hidráulico-neumática en su tren delantero, que pronto perdía su segunda efectividad (la neumática), pues peor me lo pones, ya que a la estructura flotante le sumamos un "no hay suspensión delantera". Para finalizar, el motor negro viene "capado". Si señores, el motor negro de la CB900F fue desposeído, en fábrica, de buena parte de la mala leche que hizo famoso al modelo original (las salidas de escape tienen tabicadas casi el 40% de su superficie; las CB900F motor plata, no); se supone que buscando mas suavidad y confort en la marcha (al igual que hicieron con el sistema de motor "flotante").
A lo anterior, que es propio del modelo, hay que sumarle que mi querida amiga guardaba alguna que otra sorpresa mas. Así, y pese a que el estado general de la moto en si, no era malo (óxido casi inexistente, cosa sencillamente imposible aquí en Canarias), su motor estaba mal, muy mal (detalle este que el vendedor obvió comentar). Decir que su primer día de pruebas en carretera bien me podía haber valido una descomunal sanción del Seprona. Uno de sus cilindros estaba prácticamente descompuesto. La moto no humeaba, ... es que no se veía otra cosa mas que humo blanco. En resumen, que el tío de Murcia me había pegado una buena montada. El motor había que repararlo o buscar otro (cosa que se antojaba económicamente mas provechosa), y lo peor, tras reparar el motor había que buscar solución a los males endémicos del modelo, que con los años no habían hecho sino empeorar. Bien empezaba mi incursión en esto del mundo de la moto clásica, ¡coño!.
Sobre la reparación del motor, y sin querer ahondar demasiado en el tema, ya que aún duele, decir, que el primero se reparó con un pistón y bloque de cilindros de otro, cosa que como no podía ser de otra manera no funcionó ni quedó bien. A eso siguió la compra de otra CB900F accidentada, pero con pocos kilómetros para usar su motor de trasplante, que para mas INRI acabó también en el suelo porque este segundo motor, lo que tenía mal era la caja de cambios (se supone dañada con ocasión del accidente). Al segundo, siguió un tercero (esta vez color plata), que provino de otra CB900F de desguace y que es el que ahora tiene montado y, la verdad va muy bien. Pese a ello, durante todo este tiempo, se ha reparado la caja de cambios del segundo motor negro y allí está, desde hace mas de dos años, esperando a ocupar su sitio. Con todo y con eso, que tengo tres CB900F, dos de motor negro y una de motor plata (todas ellas documentadas) y ninguna montada, ni completa, ni como debería estar.
Lo peor, mi querida amiga (la CB900F, se entiende) me tira al suelo en Enero de 2008 y me destroza la rodilla y aunque la culpa fue mía, porque ella es moto y yo persona, y eso aún marca una diferencia, la caída se debió al bloqueo del freno trasero debido al tiempo que había estado parada; cosa que como dije tuvo que ver con su insistencia en no dar mas que problemas.
En resumen, que pese a todo lo dicho, y a que otras motos que he adquirido después de esta se han ganado mucho mas pronto y fácil mi afecto y reconocimiento, mi CB900F representa la que fue mi primer flechazo, y por eso sigue ahí. Dicho sea de paso, que he de reconocer que a punto ha estado, en un par de ocasiones, de rodar ladera abajo, hasta el mismísimo fondo de alguno de nuestros bonitos barrancos, para allí jorobar, si puede, a otro que pille y que no sea yo.
Pues bien, ahora, pretendo, tras todo este tiempo, corresponderle "como no se merece". Así, en breve continuaré (y digo continuar porque desde el 2003 estoy en ello) con el proceso de su total y completa restauración ; cosa que implicará prácticamente empezar de nuevo dado el como se han desarrollado las cosas durante todo este tiempo. Además, el proceso de restauración se llevará a cabo, paralelamente, con otra CB900F de motor plata de la primera versión (que si que empieza de cero), cosa que resultará bastante interesante al tratarse de la primera y última versión del modelo, entre las que adelanto hay diferencias de bastante importancia.
En este blog, podrán seguir ambos procesos en breve. Espero que les guste.
De repente, en aquella Plaza de Ingenio, y como por arte de magia, me sorprendí a mi mismo soñando, entre toda aquella gente; y poco me costó recordar mi primer flechazo. Así, y pese a que en aquellos años (mis 16-17) los ojos se me iban detrás de prácticamente cualquier moto de gran cilindrada (además de otras cosas fáciles de imaginar), he de decir que la llegada de la CB900F de motor negro, allá por el año 82-83, con aquellos, aún impresionantes, blanco perla y rojo metalizado, marcó para mi un antes y un después. La CB900F era ya por entonces bien conocida, y de hecho contaba con una reputación envidiable. El modelo se había vendido muy bien en Canarias y eran fáciles de ver y oír con aquellos desnaturalizados cuatro en uno volando por las calles de nuestra ciudad. La nueva versión, de motor negro, no venía sino a mejorar, en cuanto a presencia y calidad, aquella ya de por si impresionante motocicleta. El toque de modernidad que irradiaban sus nuevos colores, y el hecho de desterrar de su presencia los hasta entonces omnipresentes cromados, que serían a partir de entonces sustituidos por acabados en cromo negro, hicieron de la nueva 900 algo muy especial y sobre todo nuevo, lleno de modernidad.
586.000 pesetas de la época costaba aquel sueño, y recuerdo haber pasado horas y horas ante ella, tanto en el escaparate de Alcorde (por entonces concesionario de Honda en Canarias) como en la cuarta planta del Corte Inglés, donde tenían un ejemplar expuesto; y así estuve, hasta que terminaron por venderse todas.
Con el paso de los años, me hice un hombre de Ducati, y como tal, viví orgulloso los placeres de mi ágil y gritona Ducati Pantah, y... como por entonces, comprarte una Ducati suponía "elegir" (para muchos el lado oscuro), que el recuerdo de aquella CB900F quedó allí, en aquellos años.
La decisión estaba tomada. Aquel domingo de noviembre de 2002 decidí comenzar la búsqueda de la moto que supondría mi reconciliación con el mundo de las dos ruedas, mi vuelta al asfalto. En Junio del año 2003, tras haber valorado entre unos cuatro o cinco ejemplares que estaban en venta, que me decidí por uno de ellos. La elegida sería peninsular, de Murcia, nada menos, y lo que me depararía esta nueva adquisición, he de decir, superó con creces el mayor de mis temores. En resumen,... daba comienzo la historia del santo Job.
Con la frialdad y objetividad que dan los años, he de decir, que la CB900F del año 83 no fue precisamente la mejor de la saga (que si la mas bonita; como ya dije). El modelo en si, ya arrastrabra, de origen, problemas dignos de mención. El primero, de ellos el sistema de sujeción del motor al chasis, que era "flotante". Y es que no hay que ser un experto en la materia para saber que si las motos japonesas de este tiempo eran ya famosas por su falta de rigidez y estabilidad debido a sus fluctuaciones y flexiones, un motor de 90 caballos, flotante, no vendría sino a empeorar el problema. Y así ocurre, lo juro. Si a esto le sumamos el hecho de que Honda en su afán por innovar y demostrar al mundo lo grandes que son, optó por una suspensión hidráulico-neumática en su tren delantero, que pronto perdía su segunda efectividad (la neumática), pues peor me lo pones, ya que a la estructura flotante le sumamos un "no hay suspensión delantera". Para finalizar, el motor negro viene "capado". Si señores, el motor negro de la CB900F fue desposeído, en fábrica, de buena parte de la mala leche que hizo famoso al modelo original (las salidas de escape tienen tabicadas casi el 40% de su superficie; las CB900F motor plata, no); se supone que buscando mas suavidad y confort en la marcha (al igual que hicieron con el sistema de motor "flotante").
Sobre la reparación del motor, y sin querer ahondar demasiado en el tema, ya que aún duele, decir, que el primero se reparó con un pistón y bloque de cilindros de otro, cosa que como no podía ser de otra manera no funcionó ni quedó bien. A eso siguió la compra de otra CB900F accidentada, pero con pocos kilómetros para usar su motor de trasplante, que para mas INRI acabó también en el suelo porque este segundo motor, lo que tenía mal era la caja de cambios (se supone dañada con ocasión del accidente). Al segundo, siguió un tercero (esta vez color plata), que provino de otra CB900F de desguace y que es el que ahora tiene montado y, la verdad va muy bien. Pese a ello, durante todo este tiempo, se ha reparado la caja de cambios del segundo motor negro y allí está, desde hace mas de dos años, esperando a ocupar su sitio. Con todo y con eso, que tengo tres CB900F, dos de motor negro y una de motor plata (todas ellas documentadas) y ninguna montada, ni completa, ni como debería estar.
Lo peor, mi querida amiga (la CB900F, se entiende) me tira al suelo en Enero de 2008 y me destroza la rodilla y aunque la culpa fue mía, porque ella es moto y yo persona, y eso aún marca una diferencia, la caída se debió al bloqueo del freno trasero debido al tiempo que había estado parada; cosa que como dije tuvo que ver con su insistencia en no dar mas que problemas.
Pues bien, ahora, pretendo, tras todo este tiempo, corresponderle "como no se merece". Así, en breve continuaré (y digo continuar porque desde el 2003 estoy en ello) con el proceso de su total y completa restauración ; cosa que implicará prácticamente empezar de nuevo dado el como se han desarrollado las cosas durante todo este tiempo. Además, el proceso de restauración se llevará a cabo, paralelamente, con otra CB900F de motor plata de la primera versión (que si que empieza de cero), cosa que resultará bastante interesante al tratarse de la primera y última versión del modelo, entre las que adelanto hay diferencias de bastante importancia.
En este blog, podrán seguir ambos procesos en breve. Espero que les guste.
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